El lugar desde el cual el analista debe operar es el discurso del analista

Por Enrique C.

La última vez terminamos refiriéndonos a las diferentes interpretaciones. De las interpretaciones en plural, en toda su variedad, y las que podemos dirigirle al decir, o sea a la interpretación en singular.

¿En qué estriba la diferencia entre la interpretación al principio y al final de la cura? Si bien los decires del analista no tienen porque ser formalmente diferentes, sí difiere el contexto, es decir la posición del analista en la transferencia. Por lo tanto la diferencia entre la interpretación al principio y al final de la cura son diferentes en sus efectos. Según esto, la interpretación causa el desciframiento del síntoma, al principio actuando en el lugar de gran Otro, A, y la construcción del fantasma, al final, situado el analista en el lugar de pequeño a.

Cuando el analista se sitúa en A (lugar del Otro), opera en una doble vertiente; por un lado diluye la relación imaginaria y por el otro da significaciones que relanzan la cadena, estos serían efectos de interpretación sobre la envoltura formal del síntoma. El analista en el lugar del Otro (A) indica que debe escapar de los contactos convencionales en los que se sostienen las relaciones incondicionales de amigo, hijo, hermano, esposo, etc. Dicho de otra forma: si lo determinante es el “Otro” y lo determinado es el “yo”, entonces el tratamiento psicoanalítico debe proceder sobre y desde (A), para así influir en ($).

Tener en cuenta este asunto tan importante, implica no entrar en competición (imaginaria) con el paciente; en este sentido, no tenemos que convencerlo de nada, ni discutir con él, ni llevarlo a ningún terreno, simplemente dar la respuesta adecuada en el momento en que se precisa.

En el momento en que El analista en el lugar de semblante, está situado en “a”, se requiere del decir silencioso, presencia del analista que se manifiesta como una enunciación sin enunciado. Al rescatar el deseo entretejido en la cadena enfrenta al Otro con su deseo, lo que le lleva a su castración y a la construcción fantasmática como respuesta.

La pulsión, se expresa en la experiencia analítica mediante la demanda, y la manera analítica de responder es no accediendo a ella; es más, el peligro es que uno de los fantasma del analista, que los tiene, el de alimentar, dar teta, interfiera. Y entonces el analista intente dar alimentos significantes; y hay que saber que el fantasma no se ofrece a la interpretación.

Si leemos el texto de J. A. Miller “síntoma y fantasma”; vemos que ambos no están tan lejos el uno del otro; el síntoma se construye donde el fantasma fracasa, el síntoma, en sí mismo, encierra un núcleo de goce donde la pulsión se satisface, pues el síntoma extrae del fantasma su sentido.

Así pues los efectos de la interpretación deben ser efectos de separación entre el síntoma y el fantasma, separación de los significantes amo del síntoma y finalmente separación del sujeto del uso de su fantasma, construcción.

* La interpretación se sitúa como enunciado de saber en el lugar de la verdad

* La interpretación, teniendo presente lo anterior, solo puede decirse a medias

* La interpretación tiene en cuenta la particularidad del sujeto

* La interpretación no debe alimentar al síntoma con sentido

* La interpretación se mide según sus efectos, que aparecen en forma de nuevo material

* Lo que se juega en ese nuevo material es un cambio subjetivo

Efectos sobre el síntoma.-

El objetivo de la interpretación sobre la envoltura formal del síntoma es sacar a la luz la metonimia que la metáfora oculta, rompiendo la congelación metafórica y relanzando el deseo metonímico.

Mientras, en el consultorio, los analistas, algunos por lo menos, nos enfrentamos al problema de cómo interpretar, preguntándonos cuáles son los dichos apropiados al decir:

La construcción.- construir con los fragmentos inconexos del paciente algo coherente, introducir un enlace entre ellos que vengan a sustituir el recuerdo que falta. En un segundo momento se podrán comunicar las construcciones, realizadas por el analista, total o parcialmente, al paciente.

Y si son acertadas relanzarán nuevas asociaciones, las cuales vendrán, normalmente, con un efecto de división subjetiva desde la extrañeza o incluso desde la angustia.

Lacan va a proponer no comunicarle al paciente las construcciones, sino darle solamente algunas herramientas, para que el paciente pueda por si mismo construir.

La puntuación.- donde se subraya un momento significativo. Es una intervención que apunta al S2, a veces produce una cristalización de la significación. Se puede tomar como equivalente a la escansión. Consiste en puntuar el texto del analizante que precipita una elaboración de saber.

El corte o escansión.- Interrumpe la cadena, separa los S1. Impide el cierre de la significación y normalmente produce un efecto de perplejidad, en la manera en que produce un efecto de sinsentido. La escansión puede producir una presentificación de lo real, al introducir para el paciente un “no he dicho todo”. La interpretación no apunta al significante sino al goce. Lo que importa es el manejo del corte en las repeticiones de la pulsión, para que el sujeto llegue a crear un saber sobre su goce.

La alusión.- Designa, muestra sin nombrar, consiste en hacer escuchar algo sin pasarlo por el dicho. Apunta al intervalo vacio.

La cita.- consiste en extraer un fragmento del texto del analizante, el cual se le dirige al paciente fuera de contexto. Enunciado recogido de los dichos del paciente. El analista repite un enunciado del paciente y lo pone en el lugar de la verdad. El autor se convierte en lector de su propia obra y ello le remite a la enunciación como efecto de la interpretación.

El enigma.- enunciado sin mensaje, dice Lacan, se impone como colmo del sentido y falta de la significación, apuntando a la presencia pura de la enunciación. Se recoge de la trama del

discurso del analizante. Es una enunciación como verdad, cuyo saber estaría latente. Fragmento recogido del discurso del analizante, que el analista no puede completar por sí mismo. Queda a cargo del analizante producir el saber, el enunciado.

¿Qué tienen en común todos estos tipos de intervención? Hacen intrusión en el discurso del analizante y tienen sus efectos: bien porque satisfacen la significación, bien porque producen perplejidad o sorpresa.

Lacan siempre insistió, “el analista debe decir algo a su paciente, en el sentido de hacerse oír”. El análisis no se hace sin “que se diga”. Pero su decir es un decir nada. Es un decir silencioso que hace intrusión en los dichos del analizante.

Creo que podemos ver la diferencia entre “no decir nada” y “decir nada”, donde el silencio empieza a funcionar como un significante. Entonces, el analizante más allá de quejarse empieza a interpretar, a dar un sentido. Lo puede interpretar como acogida, pero también como rechazo, desprecio, indiferencia o exigencia.

Al final Lacan se centra en el equívoco como el instrumento mayor de la intervención del analista. Ahí me surge la siguiente pregunta: ¿Cómo puede ser que el equívoco, que parece propicio para sostener la duda sea, por el contrario, el medio para llegar a un decir que ponga punto final al enigma subjetivo del analizante?

En el Atolondradicho, va a usar el equívoco como una interpretación que se dirige al objeto causa del deseo, objeto que da sentido a las significaciones y que se vehicula en la pulsión, interpretación que posibilita una respuesta sobre el goce, inherente al estancamiento de la significación.

El equívoco.- consiste en emplear un término que puede interpretarse o tomarse en diversos sentidos y puede dar lugar a juicios diversos. Ante la ambigüedad que suscita el equívoco induce al paciente a dar el sentido de lo dicho, tras un primer momento de duda o vacilación, efecto de división subjetiva, de pregunta: ¿qué me quiere decir?

Primero.- la homofonía; consiste en la igualdad del sonido en expresiones diferentes entre sí. Una intervención como esta hace aparecer un significante latente por una pura razón de la lengua. Lo hace aparecer sin ningún enunciado, simplemente subrayando el equívoco. Este decir que no dice nada es capaz de provocar un efecto: la escisión del sujeto. Hay un efecto de revelación.

“Yo soy una apoyadura para mi padre” (“¿una polla dura para tu padre?”)

Segundo.- la gramática; implica en una misma frase dos sentidos diferentes no necesariamente incompatibles entre sí. Se limita la equivocidad de la palabra. No es una intervención que dice algo de los dichos del analizante, apunta a la fractura y conjunción entre los dichos y su causa. “Estoy asustada por que es 15 de marzo, y ese día murió mi padre…”

Tercero.- el equívoco lógico; Una buena manera de sintetizar el ejercicio de confrontar al sujeto con una fuerza lógica que rige sus dichos, ordenando dicha fuerza lógica como operatoria de reducción de los dichos del analizante. “Con la muerte todo se acaba…”

En las tres formas el primer efecto es de sorpresa, ambigüedad, de interrogación, lo que provoca el relanzamiento de la cadena para que en un segundo momento el discurso del paciente resuelva el sentido.

Efectos sobre el fantasma.-

El fantasma lo que va a hacer es transformar el goce en placer; si pensamos en “más allá del principio del placer”, podemos preguntarnos “qué hay más allá”, la respuesta es goce y por lo tanto displacer. El fantasma va a transformar ese displacer en placer. Lo podemos observar en el fort-da. ¿Qué ocurre allí? Es una situación de angustia, ante la ausencia de la madre. Es porque ese Otro se fue que el niño se angustia y entonces él va a obtener placer mediante el juego. Es importante recordar la ausencia de la madre, porque es la ausencia del Otro lo que presentifíca el deseo. La ausencia de la madre pone sobre la mesa el Deseo de la Madre.

Podemos decir que el fantasma es una máquina que se pone en juego cuando se manifiesta el deseo del Otro.

El deseo del Otro, Lacan lo va a escribir con el matema, lo que podemos leer de la siguiente manera: es necesario que para que el Otro pueda tener un deseo que algo le falte. Pero esto es una definición parcial; ya que también podemos leer en ese matema la falta de significante, en el campo del significante.

Esto es importante porque podemos pensar el fantasma como un tope, como ese punto de falta en el Otro como lugar del significante. Como decíamos antes ante la demanda la manera analítica de responder es no acceder a ella.

Frente al final de análisis freudiano, roca de la castración. La roca viva que marca el límite, la envidia de pene en la mujer y el repudio de la feminidad en el hombre, callejón sin salida en el que es imposible hacer desistir a la mujer de su anhelo por tener pene o convencer al hombre de que una actitud pasiva respecto de otro hombre no implica la castración.Lacan da otra salida: pasar del tener al ser; ya que su deseo esta en ser, lo que se tiene que procurar es que se acepte tenerlo y no tenerlo a partir del descubrimiento de que no se es.

Entonces, una vez más, el fin del análisis no tiene que ver con el síntoma sino con cierta modificación subjetiva en el fantasma fundamental. Si nos centramos en la dimensión fundamental del fantasma, vemos que de lo que lacan habla es de la dimensión imposible de lo real, de lo imposible, así que de lo que se trata es de lograr una modificación de la relación del sujeto con ese real.

El problema es cómo conseguir esa modificación con los medios del lenguaje, con los medios del significante. Si se mantiene la orientación correcta, el desarrollo de la cura está marcado por la obtención de un fantasma cada vez más puro y reducido. En el desarrollo de la cura el fantasma se reduce a un instante, se trata de la utilización, como instrumento, de ese fantasma reducido.

En la dimensión simbólica del fantasma, vemos que el sujeto en su fantasma tiene un lugar fijo, hay una estructura fija, que hay que subrayar, para que el paciente vaya “construyendo” su fantasma.

Del fantasma podemos decir lo siguiente:

* Es un axioma, por lo tanto el dar sentido no remite a nada.

* Es la realidad psíquica, la verdad del inconsciente

* Una de las formas en las que el sujeto se satisface transformando el goce de la pulsión en placer

* Respuesta que sirve para completar al Otro.

* El fantasma se construye, no se interpreta, aunque la interpretación tiene efectos sobre él, podemos pensar que la interpretación lo que produce es una separación del sujeto en relación al uso de su fantasma

* La interpretación que se dirige al fantasma es la Aseveración.

* El posicionamiento es el de semblante

El fantasma es un axioma porque parte de un momento previo a la constitución del sujeto, momento mítico, momento de relanzamiento de la energía pulsional o de deseo. Momento previo a las demandas de Otro, de donde surgirán los objetos de la pulsión, objetos que son los que causan el deseo en el fantasma.

Por lo tanto el fantasma, verdad del inconsciente, se podrá abordar por lo imaginario y por lo simbólico; la interpretación tendrá efectos sobre el fantasma…

Una vez llegado al límite de lo decible, el fantasma deberá ser abordado por lo real, eso es la construcción. El objetivo es separar al sujeto del uso que hace de su fantasma, para ello tenemos la Aseveración.

Las aseveraciones serían interpretaciones que extraídas de las repeticiones que se producen en la transferencia apuntan al fantasma como un saber, construcciones fragmentarias que se anuncian sobre su verdad.

El analista debe señalar la posición subjetiva del analizante en el mundo, lo que determina sus relaciones con sus semejantes y las figuras del Otro. Fantasma que pasa desapercibido para el sujeto que vive inmerso en ellos y configura su “personalidad”. Las aseveraciones van dirigidas a que el sujeto se separe del fantasma fundamental, son interpretaciones que apuntan a la estructura simbólica que se repite en los fantasmas imaginarios, repitiendo el uso placentero del fantasma.

Es evidente que es una interpretación que no puede hacerse al comienzo de una cura, ya que se basa en lo que el analista conoce de su paciente.

La interpretación tratará de desmontar la eficacia del fantasma para que el sujeto pueda tomar una cierta distancia de él y pueda tener elementos para su construcción, otra construcción de algo que ya está funcionando; porque la construcción no es para que funcione sino para saber de ese funcionamiento.

Posicionamientos del analista.-De entrada; el sujeto ha de suponer un sentido a su síntoma, es decir, que es posible mediante el análisis obtener un saber sobre él. El analista se instala, lo

instalan, en el lugar del sujeto supuesto al saber, pivote de la transferencia, pone en marcha el análisis. Pero, si bien el analizante busca un saber sobre su síntoma y espera construirlo por la vía significante del sentido, esta última se revelará infinita por lo que no será fundamentalmente través suyo que podrá cernirlo y concluir el análisis.

Entonces analista debe de operar de modo que el analizante no se pierda en la deriva del sentido. Según sea la posición del analista, convocará el sentido o el sinsentido del síntoma, es decir, a su real.

Ambas posiciones se relacionan con dos modalidades de interpretación: la que apunta a liberar el sentido reprimido del síntoma y la que apunta al sinsentido irreductible del goce que está en su fundamento. En el primer caso, la interpretación se sitúa por entero en el registro del sentido producido por la articulación significante (S1…S2) y decimos que es semántica. En el segundo caso, por el contrario, apunta a producir un corte en la cadena significante (S1/S2), lo que desbarata el sentido por lo que la llamamos asemántica.

Êtredans le semblant, no se trata tanto de “hacer como si”, del fingir o del engañar escondiendo la verdad, sino de hacerse pasar por lo que, en realidad, se es.

Entonces, el psicoanálisis ofrece un dispositivo donde algo podría ser alcanzado por la vía del semblante en la medida que se suponga que “eso” tiene un sentido.

Efectivamente, el semblante es tributario del sentido, en oposición a lo real y por lo tanto aparece definido como un instrumento para tratar el goce. La cuestión es que en la psicoterapia para poder preservar la omnipotencia del Otro, no se plantea la cuestión del goce, inscribiéndose así, en el discurso del amo.

En su seminario 17, Lacan al hablar de los discursos, hablará del discurso analítico, donde pone, como ya hemos dicho, en el lugar del agente al objeto a como semblante idóneo para tratar el goce. “En el discurso del analista, se habla del analista, él es el objeto a, como lo he subrayado a menudo”

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