PRÓXIMAS FECHAS
11 Noviembre y 10 de Febrero
¿DE QUÉ SE TRATA?
Pensar la adolescencia como un tránsito con terremotos donde los pilares han de ser fuertes pero flexibles como el bambú, de manera que permita el movimiento sin rotura, me ayuda a sentir la gran cantidad de energía psíquica que se requiere para dar salida a esta etapa, donde se cabalga entre la infancia y la eminente adultez. Es un terremoto que va a implicar no solo a la persona, sino a su familia y entorno, quienes conectaran con su propia adolescencia y evocaran conflictos que dificultaran el acompañamiento en estas edades.
Nos encontramos con un duelo a gran escala, tanto del cuerpo que se tuvo como por el que se esperaba y no fue, de los aposentos infantiles, de las figuras de referencia y de señas identitarias que ya no pueden sostenerse.
Antiguamente, a los jóvenes se les facilitaba este tránsito con ciertos rituales de iniciación que simbolizaban y daban paso o legitimaban lo que uno estaba sintiendo, otorgando valor a la nueva etapa. A día de hoy, la persona puede sorprenderse dando estos pasos en solitario y sin la conducción o acompañamiento que se ofrecía en otros tiempos y civilizaciones. Desde este enfoque, nos parece interesante abrir un espacio terapéutico donde puedan compartir con sus iguales y puedan resolver el viaje que supone cruzar de una orilla a la otra.
¿POR QUÉ ES APROPIADO ESTA MODALIDAD TERAPÉUTICA ESPECIALMENTE EN LA ADOLESCENCIA?
“La adolescencia es el momento en el que damos cuenta de cuán vital es el otro biológica, afectiva y socialmente para cada uno de nosotros, cuanta necesidad tenemos del otro par ser nosotros mismos” (Nasio)
Desde que nacemos vamos construyendo quiénes somos a través de las palabras, expectativas, miradas y gestos del primer grupo que nos acoge, el grupo familiar. El niño deposita sus sentimientos amorosos y hostiles en estas primeras figuras de referencia, siendo más tarde, en la adolescencia, donde lo saludable es que pueda movilizar toda esta energía, al exterior, e investir de afecto a otras figuras, profesores, cantantes, grupo de amigos, pareja…. En estos momentos, es muy importante para la configuración identitaria, el discurso y decir de este otro grupo.
Por tanto, la identidad es relacional, el yo es el ensamble de los discursos vitales que la persona es susceptible de sostener acerca de sí mismo. La identidad se trama siempre en lo inacabado, un continuo, donde lo esencial de uno mismo permanece en el tiempo, reconociéndonos de una época a la otra.
En este contexto, el grupo terapéutico resulta muy enriquecedor, pues a través de los aportes de los compañeros uno es que va a poder encontrarse con cuestiones propias y hallar de forma consciente su manera de estar en el mundo, motivaciones, deseos…Acompañado, pero sintiendo que cruza a esa otra orilla al ritmo de su vela.
ABIERTO A DIFERENTES SITUACIONES O MOMENTOS DEL PROCESO DE CADA UNO.
Aquella persona que ya esté inmerso en una terapia individual, pero que quiera aumentar la perspectiva nutriéndose de lo singular del trabajo grupal.
Aquella persona que se encuentre en un momento de inflexión y quiera ocuparse de ello (separación de progenitores, cambio de amigos, cierre de ciclos académicos con sus correspondientes decisiones de futuro, acoso escolar, pérdida de alguien querido …)
Aquella persona ambivalente de iniciar un proceso terapéutico y quiera realizar una primera aproximación.
Aquella persona que no sabe cómo ayudar a alguien cercano, amigo o familiar, y tiene dificultad para gestionarlo.
¿QUÉ HAREMOS?
Nos serviremos de la técnica grupal llamada psicodrama freudiano, la cual cuenta con gran tiempo de evolución y desarrollo, encontrando sus orígenes en el S XIX, creada por Paul Lemoine. A través de ella, la persona podrá revivir escenas nimias y apreciar de forma sorpresiva otros detalles de ella como protagonista o de otros personajes que la componen, permitiendo interiorizar la vivencia de manera distinta o abrir cuestiones, afectos que estaban obturando, lo cual lleva a ampliar una mirada más consciente que nos saca de los automatismos adquiridos.
“A la hora de escribir nuestro guión, podemos hacerlo de dos formas: como una serie de capítulos independientes o como una película. Esto es, vivir de momentos o vivir una historia. Una historia son momentos conectados” (Pablo Arribas)
Al ser un formato vivencial, el adolescente no queda pasivo a un cambio subjetivo y emocional, pues como decía Guillermo Borja, “el pensamiento no resuelve el problema porque el problema no se originó con un pensamiento, sino con una experiencia”.
Previamente al ingreso del taller, se realizará un entrevista presencial con la persona donde poder conocerse y ampliar información sobre la actividad.
La duración del taller es de cuatro horas, teniendo una primera parte de calentamiento donde facilitar la conexión con el grupo y toma de contacto con la actividad, así como un último tiempo de cierre de la sesión donde se recoge lo trabajado. Será llevado a cabo por dos psicólogos psicodramatistas, repartidos los roles en la movilización y dinámica grupal y otro, en la observación de lo acontecido.
¿QUÉ SIGNOS DAN CUENTA DEL FINAL DE LA ADOLESCENCIA Y LA ENTRADA EN LA VIDA ADULTA?
“El joven adulto ya no se avergüenza de jugar como un niño, ha comprendido intuitivamente que ser un hombre o una mujer es permitirse regresar a la infancia cuando se quiere y cómo se quiere, sin por ello sentirse rebajado” (Nasio)