Por Enrique Cortés,
Desde hace ya demasiado tiempo y en especial en esta mi tierra, ando empapándome de litigios y corruptelas por doquier: un día me levanto y me cuentan que han limpiado a las ONGs para comprarse pisos, otro día que si gracias a su Santidad algunos se han cubierto la jubilación, al siguiente le toca el turno a algún concejal o alcalde el cual sin querer y gracias a un plan parcial se ha endosado algunos miles de euros que total nadie los iba a tomar en falta. Mientras tanto los suyos los protegen, los aplauden y los vitorean con el eslogan: “los malos son los otros”.
Por otro lado y también en esta tierra mía la cultura se tiene que frenar porque no hay dinero para ella y el fracaso escolar aumenta a la carrera.
Se está transmitiendo a la sociedad civil un mensaje de dinero fácil y frecuentemente, de impunidad ante los casos de corrupción. No sólo por la posible resolución de los temas pendientes sino también por los que han pasado al olvido.
La estrategia es sencilla para los profesionales en la materia: primero intentar anular el procedimiento para luego retrasarlo interminablemente; mientras los imputados siguen en sus cargos, por supuesto cobrando y manteniendo sus privilegios con el poder, siendo este el mejor de los púlpitos para su defensa.
Simplemente lo que yo propongo es no permitir que esta pedagogía del éxito se instaure en nuestra juventud.
Los réditos fáciles del dinero no les pueden hacer ignorar los valores del trabajo y del esfuerzo, de la ética en la función pública y en los negocios.
El todo vale nos lleva irremediablemente a una sociedad perversa de la cual se sale mal y tarde, precisamente por lo que tiene de gozosa.
La única salida que nos queda, en cuanto a una buena educación hacia nuestros jóvenes, es demostrarles que ese no es el camino, debemos darles el mensaje contrario: todo no vale, la ética y los valores están por encima del poder corrupto, que el que se salta los límites debe pagar por ello y que además es muy peligroso ir saltándoselos.
En estos momentos tal vez sea complicado descifrar que papá es el mejor, creo que no hay buenos papás, pero no es tan complicado saber en qué parte escampan los corruptos, y por nuestros jóvenes y por una sociedad sana debemos decirles que así no.
No podemos decirles: estos son los malos pero no importa. Salvemos a la educación. Salvemos a nuestros jóvenes.
Comentario: María José Ferrer.
Como canta el amigo Jorge Drexler : “Nada se pierde, todo se transforma” o aquello de “Cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da”.