Si, en tanto analistas, convenimos que el deseo de transmitir existe, y que es deseo de mantener sin suturar la grieta causal, será imprescindible, como en el chiste, la presencia de un tercero que sancione que de eso, hubo. Quizás no sea necesario un auditorio numeroso, para que algún efecto de transmisión se produzca, en el orden de la creación, de un significante otro que dé cuenta que algo de una transmisibilidad se puso en juego. Algo de un decir barrado que haga escuchar el acento de verdad, aún sabiendo que es a medias. Y como dice de manera seriamente divertida Didier Weill: que algo de lo que ese analista, en posición horizontal, como analizante en un diván, experimentó de su propio inconsciente no deserte de su palabra cuando como analista, en posición vertical ante un público de analistas se autorice a hablar, a leer sus papeles, entre intensión y Leer más