Tuve la oportunidad estos días de ver la película de Buñuel, recuerdo que, en su día, el director español afirmaba que su película era «la historia de la posesión imposible de un cuerpo de mujer.
- EL OBJETO
¿Con esta expresión parece coincidir, sin proponérselo, con Freud y Lacan para quienes La mujer no es sino el nombre del objeto de deseo por excelencia, objeto destinado siempre a escabullirse, tanto a los hombres como a las mujeres?
La mujer es la causa de todo desear porque es lo imposible de poseer.
Buñuel nunca dejó de mostrar que solamente la insatisfacción sostiene y acrecienta el deseo.
Esas situaciones que él presenta no son otra cosa que la puesta en acto de ese núcleo real -corazón del orden simbólico- que la palabra solo puede contornear, real traumático que es causa de la insatisfacción eterna del deseo y del consiguiente tormento por la ausencia de respuesta que pueda dar cuenta del deseo del Otro: ¿Qué quiere el Otro -el universo que nos rodea- que nunca responde con el objeto «adecuado» que permita la satisfacción?
Nada más ansiado que eso cuya posesión o realización borraría toda falta y eliminaría todo imposible.
Es ese lugar privilegiado asignado al objeto -por el hecho mismo de su imposibilidad- y los obstáculos que nacen y se organizan alrededor de él.
- El GOCE FEMENINO
Buñuel menciona que en Ese oscuro objeto del deseo parte de la idea de un hombre que quiere acostarse con una mujer y no lo logra, situación por la que ella se convierte para él en una obsesión que nunca puede hacerse realidad.
A partir de una formulación tan sencilla, la película nos interpela con una pregunta cuya respuesta no es tan fácil de hallar: ¿Qué es para un hombre acostarse con una mujer, es decir, poseerla?
Responder un interrogante como este exige poner en cuestión la idea demasiado habitual de que se trataría simplemente de acceder al placer, de la descarga física en el acto sexual.
Para un hombre esta no es la cuestión fundamental pues la sexualidad lo enfrenta con algo diferente: su anhelo de acceder al tesoro que supuestamente ella guarda y que genéricamente se denomina goce femenino.
La mujer siempre engaña al hombre. – Lo engaña aunque no necesariamente con otro hombre pues, ante todo, lo engaña con Él mismo.
Engaño de la mujer que no debe confundirse con «infidelidad», engaño en tanto ella misma es también otra.
¿No puedes amar todo lo que te doy de mi misma? Tienes mis senos, tienes mis labios, mis piernas ardientes, mis cabellos olorosos, todo mi cuerpo en tus abrazos y mi lengua en un beso. ¿No es bastante todo eso? Entonces no es a mí a quien amas, sino sólo lo que yo te niego.
A continuación que Conchita y Mateo comienzan a vivir juntos, situación en la que muy pronto ella va a incitar los celos de Mateo quien, desesperado, le propinara unos golpes cuyo efecto será enamorarla aún más de él.
A partir de este momento, será ella quien comenzara a perseguir a Mateo con celos
intensísimos que llegan al extremo de obligarlo a romper con amistades o despedir la servidumbre.
La situación llegara a ser tan intolerable para Mateo, que finalmente tomara la decisión de huir de ella. Y aunque Conchita lo sigue al principio, tratando de recuperarlo, Mateo tiene la impresión de que ha podido liberarse de ella.
El final muestra la imposibilidad de que esto ocurra, así como la de la relación entre ellos: si para Mateo la vida con Conchita es insoportable, peor le resulta vivir sin ella.
“Para un hombre una mujer es su síntoma”, dice Lacan.
- LA HISTERIA Y EL OBSESIVO
Dentro del film se observan rasgos de la estructura histérica y obsesiva. Lo que la histeria requiere a través del hombre es un padre completo, un padre como jamás existió, queriendo colmar las faltas imaginarias el padre.
La histeria siempre se ofrecerá al otro como encarnación del objeto ideal de su deseo, se identificará a través de su cuerpo y su palabra para aparecer como un objeto que lo fascine.
Lo que caracteriza a la histeria es la castración que emite para con el otro, siempre dejándolo en suspenso y esperando que este siga corriendo tras ese objeto.
Por su parte Mateo, desde su estructura obsesiva, permite ser seducido y responde a ello sin trabas. (La película está basada en un libro llamado “la mujer y el pelele”).
En la relación de los obsesivos, encontramos vestigios nostálgicos de la relación agresiva pasiva por parte de la madre; allí donde ellos sintieron haber sido seducidos por ella sin haber hecho nada.