EL COORDINADOR DE GRUPOS II (LA PRESENCIA DEL COORDINADOR)

la presencia del coordinador, Es algo que va más allá de las palabras, es un modo de posicionarse en la escena, disponible a jugar el juego de lo grupal.

Caleidoscopio de presencia-ausencia, que es producto de la relación del coordinador con su propio inconsciente, y de sus posibilidades de entregarse y desde allí operar una direccionalidad en sus intervenciones.

El trabajo con diferentes dispositivos grupales nos enseña que hay algo en la coordinación, que va más allá de cualquier intervención, interpretación o técnicas de acción, propuesta por el coordinador.

La presencia del coordinador es algo más allá de cualquier estrategia y, sin embargo, sorprendentemente eficaz.

Muchas veces, trabajando con grupos o supervisando a otros coordinadores, ha advertido que algo del éxito o fracaso de una coordinación o de una intervención, se juega en ciertas coordenadas que van más allá de las palabras, y aún de la técnica. La “presencia del coordinador” recorre los trayectos de esa coordinación.

Hay presencias, modos de estar, que pueden o no, causar a los integrantes, alojar, propiciar con fuerza los caminos del deseo.

Hay presencias, que en su propia cadencia acompaña a la pregunta del otro. Hay otras en cambio, que interponen distancias infinitas, qué cristalizan, que petrifican con sus tonalidades y sus texturas, cualquier posible desvío.

Lo que hace misterio, enigma, busca ser investigado y aquello que nos asombra, merece ser puesto a trabajar, he aquí entonces, los primeros trazos de una investigación sobre este tema.

Coordinar un grupo es operar con cierta dirección.

Se interviene de muy diferentes modos. El coordinador realiza habitualmente una serie de intervenciones, no solo la tan nombrada interpretación.

Solo después, retrospectivamente, cuando piensa, cuando elucida, cuando teoriza lo que hizo, o sea cuando busca que la vivencia advenga experiencia, podrá articular estas intervenciones respecto a una lógica.

Hay ciertas lógicas en los procesos grupales, que orientan esa direccionalidad de la operatoria del coordinador. Decir que hay alguna lógica, es decir, que hay tiempos, o sea que hay un antes y un después, y que las diferentes intervenciones se inscriben de algún modo en esa lógica.

No es lo mismo, por ejemplo, una interpretación, o la propuesta de un juego realizada en un primer tiempo, que en un tiempo posterior.

Muchas veces se ritualiza las prácticas, a lo cual generalmente adviene el aburrimiento o la angustia tanto del coordinador como del grupo.

Un modo de ritualizar la tarea es refugiarse obcecadamente en el encuadre, y explicarse a uno mismo, que si algo no anduvo como lo hubiera esperado es por culpa de las resistencias de algún integrante. De ahí, a que la coordinación se convierta era una caza de brujas, buscando ubicar el “saboteador”, hay una breve distancia.

En este sentido puede resultar fructífero tener presente que “la resistencia siempre cae del lado del analista”.

O sea que el operador tiene que trabajarse mucho a sí mismo, porque las resistencias pueden fácilmente estar de su lado.

¿Qué es la presencia?

La presencia es algo que va más allá de cualquier intervención, de cualquier estrategia y que sin embargo es enormemente eficaz. Lenguaje sin palabras, la presencia produce algo en realidad a la “causa”. Hay ciertas presencias que causan.

La presencia no es estar todo el tiempo presente.

Como dice el poeta: “me gusta cuando callas, porque estás como ausente…”

También, el intervalo, los “estares” presentes pero ausentes, propician.

Presencia en el psicoanálisis.-

la idea de presencia del analista nos remite a la noción de inconsciente, y al movimiento del sujeto que se abre, para volver a cerrarse, en una pulsación temporal.

En una época en que los ingleses insistían fuertemente con la idea de contratransferencia, en lacan la noción de presencia quiere devolverle al psicoanálisis la noción de sujeto del inconsciente. Abandonar la idea de que el analista conduce al paciente por los caminos de la objetividad y barrer definitivamente la supuesta integridad del analista.

La idea es que el modo de presencia con que el analista concurre a la cita produce efectos en el paciente. Que la presencia remite entonces al estar abierto al saber inconsciente y que tiene que ver con un saber y un no saber al mismo tiempo. Que en los instantes de un no saber algo importante puede acontecer.

También el psicoanálisis nos enseña que la presencia, será diferente según los tiempos de la transferencia. Que en los primeros tiempos en la relación analista-paciente, la presencia del analista pasará casi inadvertida. Será una presencia que escucha, que propicia a través de la pregunta la implicación del sujeto con su propio padecimiento. Que a medida que el tiempo transcurre la presencia será mucho más evidente. Que hay momentos difíciles en un análisis que más allá de lo que la analista diga, solo tendrá efectos y podrá sostener el avance subjetivo del paciente, la presencia de ese analista soportando la transferencia.

La presencia del coordinador.-

A partir de todo lo anterior, se podía pensar la presencia del coordinador, como una clave en la dirección del proceso grupal. Para crear condiciones de trabajo, para que una tarea pueda instalarse hay cuestiones que suponen esa presencia. Posibilita sostener un dispositivo, y marca un tiempo lógico en el proceso grupal.

En la aventura de lo grupal, la presencia del coordinador, va cambiando sus modos. ¿Qué podemos aprender del psicoanálisis en este sentido? Se trata, en el lugar del coordinador, de un “saber hacer” y de un “no saber” al mismo tiempo. De un dejarse sorprender.

Único modo de no coagular sentidos para que la tarea grupal se convierta en algo propiciatorio, hacia un estilo propio.

No burocratizar una coordinación, no defenderse tras los muros del encuadre es dar cabida a lo disruptivo, a lo desprolijo, del propio coordinador, a las líneas de fuga, al contacto con su propio inconsciente, y ¿por qué no…? A saber, de sus propias resistencias.

Que un coordinador se especialice es desde esta perspectiva, algo que tiene que ver con las especias, los sabores, los olores, los tiempos, los matices, con las propias marcas y por lo tanto con la producción de un estilo propio, en los matices del artesanado del coordinador.

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