Familia y adopción

Por  Enrique Cortes.

Hace ya algunos años tuve la suerte de presenciar una actuación de Lluis Llach; Lluis nos cantó para unas ochenta personas y luego, como no, unas copitas de charla.

En la actuación dijo que habían canciones que hacía tiempo no las cantaba, porque “no tocaba”; pero que visto lo visto estaba volviéndolas a cantar; corrían los años de la mayoría absoluta de Aznar y allí cantamos todos la gallineta.

Hace ya algunos años escribí un artículo, al que bauticé con el nombre de “Familia y adopción”.

Por aquel entonces leía que El Foro de la Familia aseguraba que los niños de parejas gays tenían más problemas psicológicos y sufrían más el fracaso escolar, amén de la relación que sacaban entre sexualidad, promiscuidad y suicidio.

Ayer mismo, leía en un periódico que el Obispo de Segorbe, Casimiro López, decía que el divorcio “express” y el matrimonio gay causan “el aumento de hijos con perturbaciones de su personalidad”

No me queda más remedio que despolvorear el artículo, al igual que Llac la gallineta.

¿Por qué no pensar que el sujeto homosexual, es un sujeto que forma parte de la sociedad y que por lo tanto tienen los mismos derechos, obligaciones y deberes que cualquier otro ciudadano?

Si pensamos que el modelo familiar integrado por una pareja heterosexual, ha dado origen a los psicópatas, los adictos, los violentos, los criminales, tanto niños como adolescentes. También a la homosexualidad, cuestionando la función paterna y materna de manera evidente. Tendremos que creer que no es un modelo sin fisuras ni mucho menos ideal.

¿Cuál es pues la garantía que nos otorga la pareja heterosexual? ¿No sería acaso saludable que nosotros, los heterosexuales nos cuestionáramos nuestra pretendida normalidad para criar hijos, echando una mirada sobre los resultados bastante pobres, de nuestra actuación como padres?

¿Qué tenemos a nuestro alrededor? padres abusadores, violadores, agresivos, violentos, alcohólicos y adictos, madres desafectivizadasabandónicas, agresivas, adictas y alcohólicas etc. De aquí podríamos sacar conclusiones en relación a la cuestión identificatoria. Yo, que soy un pobre aprendiz de diablo, se que a veces uno se identifica con su hermano, tío o demás sucedaneos…y gracias que lo puede hacer.

Estando así las cosas, pasemos al segundo punto, ¿Cómo se explica la adopción? Los niños dados en adopción son niños abandonados por sus padres o por sus madres en la mayoría de los casos; y todo esto ocurre en el seno de una familia heterosexual.

Las funciones paterna y materna no necesitan de los padres biológicos para ejercerse, cualquier sujeto puede hacer acto de esta función, solo hace falta amor, dedicación, protección y el ejercicio de la autoridad, para cuidar a un niño.

Así que yo concluyo que la adopción es un acto de amor, que repara el acto de desamor evidenciado por el abandono del niño. Los lazos de sangre suelen ser débiles entre las parejas heterosexuales, tanto que en el mundo occidental hay millones de niños abandonados, muchos de los cuales no carecen de familia, solo circulan, deambulan por las calles, trabajan o mendigan porque su familia no se ocupa de ellos.

Ya que no nos sentimos completamente cómodos

con la idea de que los habitantes del pueblo vecino son

tan humanos como nosotros, es extremadamente presuntuoso

suponer que podemos mirar alguna vez a criaturas sociables que

derivan de otras formas de evolución y no verlas como bestias, sino

como hermanos; no rivales, sino compañeros peregrinos viajeros hacia

el altar de la inteligencia.

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